viernes, 29 de marzo de 2013

La alimentación del gato

Haciendo honor a su fama de gourmet y de sibarita, el gato doméstico presenta unos hábitos alimentarios muy particulares, algo que es importante conocer para entender su comportamiento y para poderle satisfacer como merece.

El gato come espontáneamente poco y muchas veces.

A diferencia de los cánidos que cazan en jaurías, el gato captura y se come sus presas solo. Caza por instinto, no por hambre y cada una de sus presas cubre sólo una pequeña parte de sus necesidades; se arriesgaría a morir si esperara a tener hambre para cazar. En el caso de un gato que vive en el interior hay que sustituir la caza por el juego para ayudar al gato a mantener un carácter equilibrado y un peso ideal.

Adaptado a consumir pequeñas presas, fracciona la toma de alimento tanto durante el día como durante la noche y va a comer una media de diez a veinte veces al día cuando se le deja alimento seco con libre acceso. Cada vez consume entre cinco y seis gramos y su “comida” sólo dura entre uno y dos minutos. En total, está menos de treinta minutos comiendo cada veinticuatro horas. Sin embargo, este comportamiento “medio”, esconde grandes diferencias entre las razas: el Siamés y el Maine Coon se caracterizan por una velocidad de ingestión grande (4 g/min aproximadamente), mientras que el Persa se toma su tiempo y sólo consume por término medio 1,7 g/min.

Cuanto más rápido come un gato (por ejemplo, el Siamés) mayor es el riesgo de regurgitación después de la comida. Además, una rápida velocidad de ingestión implica que el gato se traga las croquetas sin masticarlas y la ausencia de penetración de los dientes en el interior de las croquetas favorece la formación de placa dental y aumenta la incidencia de gingivitis y de afecciones periodontales.

El comportamiento alimentario normal del gato sólo se puede expresar si el entorno es suficientemente seguro. El gato tiene que poder aislarse para exteriorizar con toda seguridad el conjunto de sus comportamientos básicos: explorar, observar, esconderse, jugar, asearse, comer, dormir, marcar su territorio, hacer sus necesidades, etc. A cad del día le corresponde un “territorio” particular en el espacio y en el tiempo.

Una superficie insuficiente o una mala distribución de su territorio pueden alterar su comportamiento alimentario.

En los lugares donde no exista un refugio o un sitio donde ponerse a cubierto, el gato se encuentra permanentemente expuesto, lo cual le hace muy vulnerable al estrés. El gato puede rechazar el alimento aunque sea muy apetitoso. También puede desarrollar comportamientos de aplacamiento, como el lamido permanente o la bulimia.

Modos de coger la croqueta

Aunque parezca algo obvio, cada gato deposita las croquetas en la boca de una manera. Existen tres formas básicas:

El modo labial (el más difundido): el primer contacto se produce con los labios.

El modo lingual superior: el gato usa la cara superior de la lengua (como si bebiera a lengüetadas).

El modo lingual inferior (específico de razas de tipo Persa): el gato aplica la cara inferior de la lengua a la croqueta y después la lleva hacia atrás.

Algunos consejos para favorecer el comportamiento alimentario natural del gato

- Alejar lo más posible la zona de alimentación (los recipientes de agua y alimento)
de la zona de eliminación (la arena).

- No usar recipientes dobles de “agua + croquetas”, ya que facilitan la contaminación
del agua por el alimento y pueden ser la causa de un abrevado insuficiente.

Los recipientes de agua y alimento deben estar separados al menos 50 cm.

- Se prefieren los recipientes de loza o de acero inoxidable a los recipientes de
plástico.

- Si el gato no sufre de sobrepeso, dejar el alimento con acceso libre (vigilando la cantidad total consumida cada día). Si el gato necesita perder peso, hay que racionar la comida.

COMPORTAMIENTO DEL GATO CON UN ALIMENTO NUEVO

En general, un alimento nuevo atrae espontáneamente a los gatos, parece que esta tendencia natural (neofilia) ayudaría a los carnívoros a diversificar su alimentación para obtener el equilibrio nutricional. La neofilia es más acentuada si el alimento nuevo es muy apetitoso o si se presenta en pequeña cantidad con respecto al alimento habitual. El cambio de alimento puede venir acompañado de un consumo excesivo pasajero; por lo tanto, hay que vigilar el peso del gato después de la transición.

La atracción por un alimento nuevo depende también de la alimentación anterior.

Si se ha suministrado el mismo alimento durante mucho tiempo, el gato manifiesta con más facilidad una preferencia duradera por el alimento nuevo. Este “efecto de novedad” viene acompañado siempre de un consumo excesivo temporal que puede durar varios meses.

Puede ocurrir que un gato rechace un alimento que se le da por primera vez, simplemente por rechazo de la novedad. Es la neofobia, que representa el apego a las costumbres alimentarias. Se observa sobre todo cuando el animal está estresado debido a condiciones ambientales distintas de las habituales.

Los gatitos aceptan mejor un alimento nuevo si se les alimenta en presencia de su madre. Si están aislados, pueden rechazar el alimento nuevo durante varios días, mientras que en presencia de la madre lo aceptan en unas cuantas horas. Para vencer la neofobia hay que presentar el alimento nuevo mezclando una cantidad creciente del alimento nuevo con el antiguo durante varios días. Para que el olfato del gato perciba fácilmente los aromas, hay que tener en cuenta que son de naturaleza volátil y por lo tanto corren el riesgo de desaparecer progresivamente en el aire ambiente. Para limitar el riesgo de pérdida de la apetitosidad una vez que se ha abierto el envase, es importante elegir un tamaño de saco adecuado para el consumo cotidiano.

Cuando un alimento ha estado asociado con una experiencia desagradable (enfermedad, hospitalización, estar internado, etc.), el gato también puede desarrollar un sentimiento de aversión y ser capaz entonces, de rechazar este alimento durante mucho tiempo.

Un gato que no come durante tres días seguidos debe llevarse al veterinario.


DETERMINACIÓN DE LAS PREFERENCIAS ALIMENTARIAS

Los gatitos son condicionados desde muy temprano a sabores particulares. Los
fetos son sensibles a los aromas del líquido amniótico y después a la composición
de la leche materna, la cual depende, a su vez, de la alimentación de la gata.

La agudeza olfativa del gato está mucho más desarrollada que la del hombre y es el olfato el que
sirve como primer sentido discriminante para seleccionar un alimento. Por ejemplo, el gato percibe muy rápidamente el comienzo de la oxidación de las grasas. Puede rechazar la comida antes de que el hombre sea capaz de descubrir el más mínimo olor a rancio. No obstante, el olfato disminuye con la edad.

La apetitosidad es una condición sine qua non para que el gato ingiera bien el alimento que se le ofrece. El alimento teóricamente más equilibrado no vale nada si el gato le hace ascos. Esto es aún más cierto cuando su salud exige un régimen particular cuya formulación en teoría no favorece que sea apetitoso: restricción de fósforo, materias grasas, proteínas, etc. En este tipo de situaciones los aromas tienen una gran importancia. Los utilizados en los alimentos para gatos se obtienen mayoritariamente por hidrólisis enzimática de las proteínas, reacción de Maillard, etc.

Todos los productos alimentarios tienen tendencia a alterarse con el tiempo.
Para garantizar una buena apetitosidad durante todo el periodo de conservación de un producto, hay que vigilar de cerca la conservación de las materias grasas del alimento, particularmente las que se ponen en el recubrimiento de la croqueta, ya que, en contacto con el oxígeno del aire, las moléculas lipídicas generan la producción de moléculas inestables, los radicales libres, que son la causa de los fenómenos de oxidación y, por lo tanto, del enranciamiento de las grasas. La conservación a la luz y con calor acelera el proceso.
La alimentación en el destete es determinante para fijar las preferencias alimentarias. En general, el gatito prefiere el alimento con el que se ha destetado en presencia de su madre hasta los cuatro ó cinco meses de edad.

¿CUÁLES SON LOS SABORES QUE PERCIBE EL GATO?

El gato presenta distintos comportamientos frente a los distintos sabores:

El sabor ácido le atrae mucho. Los receptores del sabor ácido están presentes por toda la superficie de la lengua.

Detecta bien el sabor salado. Su percepción se basa en el mismo principio que para el sabor ácido (transferencia directa de iones).

El gato detecta el amargo a un umbral más bajo que el perro, lo cual le permite evitar las sustancias tóxicas de sabor amargo (por ejemplo, la estricnina).

El gato percibe el sabor umami, específico de los carnívoros, que corresponde al sabor de un aminoácido no esencial, el glutamato.






El gato no tiene receptores gustativos para el sabor dulce. Así pues, a diferencia del perro, al gato no le atraen los alimentos dulces. Incluso tiene una actitud de rechazo frente a edulcorantes sintéticos como la sacarina que percibe como de sabor amargo

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