lunes, 19 de agosto de 2013

Juegos de gato

   Aunque pensemos que el juego es algo propio de gatitos, en realidad es una práctica que puede acompañar a nuestro gato durante toda su vida.
   Los gatitos al jugar, y sin saberlo, están aprendiendo las técnicas de caza que pudieran llegar a necesitar en su etapa adulta. También desconocen que esa divertida actividad les está permitiendo adquirir un completo desarrollo de todas sus estructuras, entre las más importantes, el sistema nervioso.




   Un gatito que interacciona, que juega con sus hermanos de camada y posteriormente con su familia humana, tiene pocas posibilidades de presentar muchos problemas de comportamiento.

   ¿Y por que los gatos adultos siguen jugando?

   El humano, con la socialización de los animales a sus entornos, intenta que sus amigos irracionales se comporten “de por vida” como cachorros, y quieren que el animal les necesite, que demande, acepte y busque sus manifestaciones de cariño. Y muchas veces lo logra: Es por ello que un gato adulto sigue manifestando comportamientos infantiles, como por ejemplo el juego; y no es que el gato en su ritual de juego esté persiguiendo, acechando o cazando una presa, ya que no la necesita porque tiene su plato de alimento siempre lleno. La manifestación del juego es simplemente una forma de pasarlo bien, de sentirse a gusto en su territorio y, en cierta medida, de mantenerse en forma.

   Un gato que sale al exterior, que pasa gran parte de su tiempo de puertas afuera, dedicará menos tiempo al juego, ya que en sus salidas desarrolla conductas cazadoras o de marcaje de territorio, compitiendo con otros animales por posibles presas o parejas.

   El juego es una conducta típica de los mamíferos, sobre todo de los carnívoros; en el caso de los gatos, juegan cuando están tranquilos, cuando ninguna otra necesidad (alimenticia, territorial, reproductiva...) les preocupa ni requiere de su plena atención; por esta razón todos los especialistas asocian el juego del animal a su bienestar.

   Como bien saben los propietarios de gatos, el juego preferido de estos animales es perseguir objetos en movimiento; si estos no existen o no se les ofrecen, ellos se los buscan... ¡¡o se los inventan!!
Cuando un gato no dispone de estímulos de juego, si no tiene que perseguir, acechar y cazar, pueden aparecer problemas.

   Son demasiados los propietarios de gatos que llegan a las consultas veterinarias quejándose de los arañazos y mordiscos que su “Félix” les propina de forma sorpresiva cuando caminan por el pasillo de su casa... algo que podría haberse evitado utilizando juguetes adecuados, interactivos, y no empleando nuestro cuerpo (manos principalmente) como parte primordial del juego desde que eran pequeños (el gato debe entender que la mano no es un juguete, ya que si le habituamos a jugar con nuestras manos, cuando sea adulto lo seguirá haciendo, con el consiguiente daño que ello suponga y la dificultad de quitarle ese hábito que nosotros mismos le hemos inculcado).

   Aunque nuestros felinos, jóvenes o adultos, tengan capacidad suficiente para jugar sin nuestra participación, son múltiples las ocasiones en las que la intervención del propietario facilita el desencadenamiento del interés por el juego del animal.

   Y aunque pueda parecer sorprendente, por la edad, nuestros felinos mayores también disfrutan del juego, eso sí, uno adecuado a sus “limitaciones”; en estos animales podemos, debemos, utilizar juegos interactivos que estimulan, no solo su actividad física (los mismos que para cachorros y adultos), sino aquellos que estimulan su cerebro: en las tiendas especializadas encontramos juegos que proponen situaciones para que el animal encuentre premios, que los deba mover para conseguirlos.

   Lo importante es buscar juguetes adecuados, que no les supongan peligros para su salud y que les sirvan cuando están solos, y para divertirse con nosotros (juguetes interactivos, tipo cañas, plumeros o incluso punteros láser). En clínicas veterinarias y tiendas especializadas podemos conseguir una amplia variedad de juguetes adaptados para ellos.

    En definitiva, debemos tener claro que los gatos, de cualquier edad y condición, se ven favorecidos por el juego, sólo debemos incitarles a que lo hagan y nunca, nunca, emplear nuestras manos para jugar con ellos.

Trastornos del comportamiento

   Tener un gato en casa supone una experiencia maravillosa. Sin embargo a veces ciertos cambios en su conducta pueden convertir la convivencia en un suplicio. Veamos cuales son los principales trastornos comportamentales que sufren los gatos domésticos.





   TRASTORNOS DE ELIMINACIÓN

   Los trastornos de la eliminación no es algo a lo que se le deba restar importancia. Su origen puede ser comportamental o clínico. Primero hay que tratar de investigar si pudiese haber algún tipo de afección clínica causante de este trastorno. A continuación, es necesario diferenciar la “proyección de orina” (spaying en inglés) de la «eliminación de orina». Un gato que proyecta su orina lo hace casi siempre sobre un soporte vertical, con la cola en posición vertical. Un gato que orina lo hace, generalmente, sobre superficies horizontales, en posición de cuclillas.

   AVERSIONES

   Pueden desarrollarse aversiones a causa del lugar de la eliminación, de sus características propias (naturaleza, limpieza, olor de la arena, tamaño, color de la caja de excrementos) o de su emplazamiento. En caso de falta de limpieza, es importante comprobar si recientemente se ha cambiado de marca de arena, si su limpieza es regular (algunos gatos se niegan a orinar en una arena en la que quede la más mínima deyección). Un cambio del olor de la arena también puede desorientar a los gatos. La concepción y el tamaño de la caja de excrementos también deben tenerse en cuenta. El gato puede no tolerar bien el hecho de pasar de cajones totalmente abiertos a cajas cerradas, accesibles únicamente por una puerta, y viceversa. Asimismo son posibles aversiones por el emplazamiento de la zona de eliminación. En ese caso, el gato asocia ésta con un acontecimiento estresante que, en ocasiones, puede ser difícil de identificar (una agresión por un congénere dentro de la caja, un ruido inesperado durante la micción...).

   PREFERENCIAS

   Las preferencias por un tipo de arena o por una localización determinada de la caja se desarrollan, casi siempre, después de aversiones pasadas. Es necesario identificar dichas preferencias para adaptar el entorno caso por caso. Un ejemplo habitual es el desarrollo de una preferencia por la eliminación en el exterior. En efecto, los gatos que pueden salir desarrollan a veces una preferencia por el jardín.
Si se produce un cambio de residencia y el gato ya no tiene acceso al exterior, entonces tendrá tendencia a orinar al lado de las plantas de la casa.


   PROYECCIONES EXACERBADAS DE ORINA

   Las proyecciones de orina pueden llegar a ser difíciles de manejar. Prácticamente un caso de cada dos está relacionado con la agresión de un gato exterior o con la introducción reciente de un nuevo individuo. También puede ocurrir que la causa sea mucho más desconcertante, como la adquisición de un nuevo objeto dentro de la casa (televisión, frigorífico...), cambios del ritmo de vida del propietario (paso de periodos de asueto a periodos de actividad, de horarios rígidos a vacacionales...). Una vez más, son los antecedentes los que ayudarán al veterinario a identificar la causa.
Las terapias para evitar este problema son múltiples, y entre ellas podemos mencionar: supresión del acceso al lugar, modificaciones de la naturaleza del soporte (colocación de papel de aluminio sobre la zona utilizada para la descarga), modificación de la función del área, dejando libre acceso al alimento, castigo a distancia sincrónico y adaptado (con ayuda de una pistola de agua, por ejemplo), aplicación del olor del gato frotando la cara con un trozo de algodón y aplicándolo sobre el soporte, utilización de feromonas, etc.

   ZARPAZOS

   El comportamiento de dar zarpazos es fisiológico. Pese a todo, es concebible que resulte indeseable dentro de casa. Las causas de este comportamiento hay que relacionarlas en ocasiones con las que originan las proyecciones de orina, y este comportamiento se suele acentuar en condiciones de ansiedad. La gestión pasa, sobre todo, por poner en práctica terapias de comportamiento en cuanto se detecta el problema. Estas terapias son múltiples y pueden adaptarse en función de la situación: supresión del acceso al lugar, castigo a distancia sincrónico y adaptado (con ayuda de una pistola de agua, por ejemplo), utilización de feromonas, etc.

   ESTRÉS

   El estrés puede definirse como un proceso de desequilibrio del organismo inducido por factores medioambientales. En casa hay que destacar que la intensidad del estrés y de sus manifestaciones clínicas depende de multitud de factores relacionados con el animal (predisposición en los gatos de tipo oriental, por ejemplo) y, sobre todo, relacionados con el entorno (condiciones del alojamiento, cohabitación con los congéneres, conducta inadaptada, etc.
   El estrés puede expresarse a través de toda una serie de manifestaciones orgánicas (trastornos cardiovasculares, afecciones cutáneas por alteraciones en el crecimiento del pelo, trastornos enterocólicos crónicos, efecto inmunodepresor que predispone frente a afecciones diversas...). Los comportamientos elementales también pueden verse afectados (hambre, sed, ritmo biológico, termorregulación, comportamiento sexual), por lo que el estrés puede estar en el origen de multitud de trastornos comportamentales.
   La gestión de los factores que desencadenan el estrés pasa, en primer lugar, por una adaptación a la casa. Es necesario habilitar una zona de intimidad donde el individuo pueda “ver sin ser visto”. Algunos estudios parecen indicar el interés de enriquecer el medio de vida de los animales (juguetes, música ambiental, etc.).